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Ambrosia y sexo
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Ambrosia y sexo Dioses era tan caliente, ese delicioso y tonificado cuerpo, ni mencionar sus perfectos ojos claros o cabello tan oscuro como el deseo mas perverso. como podía estar dentro de mi, si yo era tan...?? era tan adictivo, tan bueno, tan... tan... solo mirarlo provocaba orgasmos. nos conocimos de niños, el hijo de un gran señor, con dinero hasta para usar de papel higiénico, yo, bueno una persona, desde ese instante mi corazón palpito con locura y anhelo de sus labios. crecimos siendo tan diferentes, pero al fin y al cabo, inclusive sobre la opinión del resto, ambos nos convertimos en amigos, sin embargo, yo me sentía mal, pues mis sentimientos por el crecían demasiado rápido, al mismo tiempo pensaba que yo era gay (no me mal interpreten no soy homofobico ni nada, pero se suponía que me encantaban las mujeres y ahora por el yo, eyaculaba HASTA EN MIS SUEÑOS) recuerdo su sonrisa de Don Juan antes de convertirme en su amante, joder, sus manos, bajo la playera, las yemas de los dedos recorrieron mis pezones y torso, su respiración en mi oído, después de los besos húmedos en el cuello, su nombre saliendo de mi garganta y esa... esa mirada llena de ¿lujuria, deseo, necesidad? se que no debí aprovecharme de la situación, recién le habían roto el corazón y para variar el<b> alcohol </font></b>no le ayudaba a controlarse. casi nuestras ropas habían desaparecido, cuando tocaron a la puerta, como pude me lo quite de encima y fui a atender, su hermana estaba en el umbral, me miro despectivamente y entro, ni siquiera pude tenerlo, aveces pensaba que el destino era cruel y anticuado, o se las había arreglado para lastimarme siempre tome mi abrigo, dirigiéndome a la salida, aun después de las suplicas por parte de el, no te vayas, dijo triste, lo mire, respondiendo frío que ella lo cuidaría, cerré la puerta tras de mi, queriendo derrumbarme, ahora solo había un lugar al cual ir. la ultima vez que estuve en este departamento, confirme mi bisexualidad, aunque con quien menos deba, el mejor amigo de mi platónico abrió sonriente, hizo un ademan y me dejo pasar, me sirvió una copa de whisky y espero a que yo relatara mis penas de amor. después del relato, solo lo escuche reír, llamarme pobre y comentar acerca de mi mala suerte y mis pocas probabilidades de aprovecharme, selle nuestras bocas para que dejara de hablar y entonces... -no sere el princesito, pero tampoco soy mal polvo... |
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